viernes, 10 de diciembre de 2010

CIUDADANO FRUSTRADO

Fracasé en todos mis intentos por ser un buen ciudadano, por portarme según lo que mandan las leyes, sean o no las de ese viejo barbudo sabelotodo. Pero ¡ya no más!, ¡me cansé! Esto no es otro tonto tratado de teología, muchos menos una firma más de otro contrato social, tan abstracto como inútil. Aquí no voy a hablar de respeto y amor al prójimo. ¡Me cansé!

Desciendo del auto que ha dejado enfrente de mi casa. Empujo un poco la puerta que los ladrones han dejado abierta. Sin mucha prisa asciendo por las escaleras y cada peldaño recuerda mis olvidos, ¿u olvida mis recuerdos?

Con dificultad logro llegar a la cima donde los ladrones han dejado un Jesús vuelto Cristo llorando. Me increpa desde la cruz a escupirlo; y debí haberlo hecho pues odio la imaginería religiosa, pero decido mirarlo fijamente.

    • ¿Qué te sorprende? – pregunta su mirada.

    • La cantidad de crucifijos diseminados por el planeta y la falta de amor que los acompaña...Como si en lugar de retener el mal, lo propagaran... – digo y me detengo de repente.

    • ¿Qué sucede? – me incita – ¿No eres capaz de mirarme a los ojos para decirme tales barbaridades? Sabes muy bien que nada de lo que ahora pasa es mi culpa...

    • Lávate las manos, al fin y al cabo es lo más sencillo – me acerco un poco más para mirarlo eternamente y ver el reflejo de mis ojos ardiendo en los suyos –, o respóndeme, ¿dónde estabas cuando sucedió? Si tanto te invoqué en esos momentos, ¿por qué no apareciste miserable?

    • ¡Otro idiota! – me interrumpe – Con razón la situación actual, ¿crees que rezando te ganas algo? ¿Qué esperabas, que bajara el Espíritu Santo con lenguas de fuego para que los quemaras, que el río de automóviles se abriera como las aguas del río Jordán para que tu pudieras huir, o que yo me bajara de la cruz y les mostrara mis llagas para que se asustaran?

No lo soporto, continúo mi camino. Me abro paso entre las sillas, que ahora me resultan inútiles, que me impiden cumplir mi destino.

Llego al cuarto que ahora pone cara de extraño, levanta una ceja pero no logra entender mi situación; a fin de cuentas sólo quien vive tal cosa puede sentirse tan impotente.

Abro la puerta del ventanal por donde suele asomarse el sol. Salgo a la terraza donde diviso la gran noche. La espléndida noche. Ésa compuesta de nubes pero no de una luna porque la luna se la han robado..dizque bendice a tu prójimo... ¡Benditos sean ladrones por robarnos la luz de la luna! (que hoy debería estar llena pero la han vaciado). Y de paso, ¡benditos ladrones porque nos han robado la luz pública y todas las entidades de servicios públicos!

Diviso el panorama. El valle de Aburrá. Medellín, Bello, Itagüí, Envigado... ¿lugar de Dios? Y observo un poco más allá, en las colinas, en las montañas invadidas de pequeñas bombillas que van encendiendo su luz al ton y al son de la noche. Ese mundo de casitas que se han robado el paisaje, que han cmabiado el panorama...han reemplazado la naturaleza por hogares para que habite la digna meleza humana.

Y en una de ésas, en uno de esos focos de luz debe habitar el ser que hoy se atrevió, el que giró la ruleta al azar para que la bolita me cayera a mí, hoy a plena luz del día, cuando el Sol imponente se alzaba con su vestidura de mediodía y Dios impotente observaba lo que sucedía.

No he conocido ser más cínico – ¿él o Él? –. De hecho los nervios no me dejaron concentrar y mi memoria en este instante no distinque ni recuerda su rostro. Rojo; el semáforo en rojo precedió mi desgracia. Todo sucedió en contados instantes. La moto se acercó inmiscuyéndose entre la bandada de autos que esperanzados ansiaban el cambio del semáforo. Sacó su revólver...entregué mi celular, las gafas de sol de buena marca que protegían mis ojos...y la cadena, la que mi papá me dió cuando me gradué. De la cual colgaba el cristo que había sobrevivido años antes cuando a mi papá le arrancaron del cuello la camándula de la que pendía.

Me imagino ahora sacando un revólver de mi bolsillo trasero. Esta noche le apunto a la ciudad, a una y todas las casitas-bombilla que se han robado el paisaje. Aprieto el gatillo para que salga la bala sin-rumbo y sin-sentido, tan similar a la vida. La vida es como una bala. Un día salimos disparados sin darnos cuenta, no sabemos hacia donde ir. Nos vamos gastando sin justificación alguna, hasta que cierto día elegimos, o la fortuna lo hace por nosotros, terminar estampillados en algún ataúd.

De modo que disparo a la ciudad culpable, a la que me ha robado, a la que me ha degenerado y me ha llevado de la mano por la senda... ¿correcta o incorrecta? Ya no puedo saberlo. Esa ciudad que frustró mi intento por ser un ciudadano, ciudad ladrona y asesina. Disparo en símbolo de lo que no pude hacer: contratar a un sicario, dirigíendome a una oficina para pedir permiso (como si la Muerte lo hiciera), hablarles de lo sucedido y dejar que las cosas fluyeran; que el semáforo de Envigado cambiara de rojo a verde y nadie se diera po enterado de lo sucedido: que me robaron cosas de valor, pero no me robaron lo más valioso: mi vida.

De modo que le disparo a la montaña, no mato a nadie, eso no es de seres humanos, no sean estúpidos, no le busquen justificación a lo injustificable: un asesinato, la idiotez humana en su más alto nivel. Y mientras disparo presiento a los ladrones que dejaron la puerta abierta, se acercan cada vez más al ventanal, cada vez más a la terraza. Un ladrón dizque policía que porque yo mandé matar a un tal sicaro Sin-nombre con número de cédula cien millones cuatroscientos noventa y a nadie le interesa. Otro ladrón de un tal Monasterio San Asesinos Católicos que porque en este país no se aceptan ateos... (tal vez por eso el crucifijo de enfrente de las escaleras soporta ahora el frío del piso. Lo han tumbado porque a la luz de la cristiandad actual el Cristo Real es un verdadero ateo contra-corriente).

Y con tales engendros de ladrones detrás mío, analizo la ciudad muerta, asesinada por un balazo de mi revólver. Mientras mueren muchas Vidas y viven muchas más Muertes.

David Antonio Rincón Santa


viernes, 3 de diciembre de 2010

MALDITO MAREO

Hace mucho tiempo que no escribo, y no sé si es porque me faltan ganas o porque creo que no escribo lo suficientmente bien. No porque no tenga temas para escribir, porque si hay millones de libros escritos, aún quedan muchísimos más por escribir...siempre habrá algo de qué hablar. Pero hace poco, un par de cosas me motivaron a construir relatos, cuentos, diálogos, no sé como llamarlos, en todo caso, escritos en compañía.

Primero, hay que aprovechar ese vicio fútil que me carcome lentamente, mi adicción a este computador del cual publico, en el cual escribo. Y más aún: Messenger (o como se escriba, la verdad no me interesa). Entonces decidí poner en práctica un ejercicio que conozco gracias a una profesora de inglés. Alguna vez en la clase de segundo idioma hacíamos tal dinámica, como para ponerle un poco de ritmo a las clases magistrales, y abandonar el tedio que muchos de nosotros sentíamos al darnos cuenta después de un suculento recreo que tocaba ver Inglés.

Casualmente, tomé la decisión de hacer el ejercicio con unos estudiantes de noveno, pero en español. Tal cosa sólo sirvió para darme cuenta de la mente tan vacía o retorcida, lo mismo a la larga, que tenían personas de 14 años o quizás un poco más. Me reí un poco, debo admitirlo, pero a fin de cuentas todos los escritos trataban de un tema muy muy específico: Sexo, sexo, algunas veces de sexo, otras de sexo, algún idiota por allí hablaba de maricas, de gays, de lesbianas, travestis, de zoofílicos, necrofílicos, de sexo con animales, de penes, de vaginas...sexo, sexo y más sexo. ¡Ah, qué idiota soy!, olvidé mencionar otro tema distinto...sexo.

Pero no puedo omitir un pequeño detalle. Una amiga que allí tengo, de las mejores, debo decirlo, y no por eso la voy a alabar ni mucho menos, tan solo cuento la anecdota para que ustedes saquen deducciones; una amiga, como venía diciendo, decidió empezar su relato hablando de un país en el cual no se cumplian las leyes. No es que ella se dé cuenta de la realidad de Colombia ni mucho menos, no me refiero a eso. Su compañera inmediata se le tiró el cuento, se lo cagó en pocas palabras, y de ahí para atrás todos sintieron la misma injustificada repulsión y hablaron de...(adivinen)...si estaban pensando en sexo, se equivocan.

Entonces decidí escribir con algunos conocidos que me parecen interesantes por medio de MSN, y que tienen una teja corrida. Quizá ya no soy capaz de escribir solo, quién sabe. Y ahora les presento la colección de escritos en compañía, la cual inicio con el co-dueño de este blog: Daniel Echeverri.

David Rincón y Daniel Echeverri.

MALDITO MAREO



Maldito mareo

Sofocante, insoportable, deprimente. Lo detesto y no soy capaz de mirarlo a los ojos porque se burla de mí. Se mofa de lo que ahora soy y mañana no seré. Se ríe a carcajadas porque sabe que ningún Dólex me curará de esta horrible jaqueca de saberme muerto desde que nazco

Los días con jaqueca y terribles arcadas ya se me hacen insoportables. No recuerdo ya el último día en el que estube, si quiera un minuto bien de salud. Creo que me tocará acostumbrarme. Ésa es la vida.

Todo es costumbre, todo es resignación. Todo es aprovecharte del mal sabor que deja la imposibilidad de manejar lo que no podemos controlar. El futuro

Con el cual juegan millones de personas en televisión, con caritcas y velitas. El cual destrozan millones de transeuntes animales que actuan solo por su beneficio. El cual se ve enfocado en solo eso: en el futuro

Un futuro para el futuro. ¿Acaso hemos pensado en un presente para el presente o, en un pasado para el pasado? Negativo. Más bien es un presente para el pasado. Vivimos el presente anclados al pasado, no podemos olvidar y mucho menos perdonar. Pero mañana soñamos, pasado mañana nos ilusionamos, y así sucesivamente hasta que llega un presente inesperado e inescrutable que se llama muerte

Que maldito mareo, ¡que delirio!. Ya estoy pensando otra vez en cosas raras y complicadas. Extraño es que de un simple sintoma de mi decaida como endeble ser humano, broten tantas ideas que tienen un fin objetivo, ¿esto será metafísica?

Tal vez, aunque no me atrevo a afirmar nada. Porque de ello no me queda claro qué es metafísica. Si me atengo de la etimología (más allá de lo físico) cualquier cosa que piense, que no exista, es metafísico. Pero un momento, antes de resolver la cuestión de si lo que pienso es pura metafísica. ¿Qué es metafísica?

La metafísica es un poema hermoso, pero que no tiene el fin de poema que tienen los demás poemas. Es un ente sin fin. Maldito mareo: hablo solo y preocupado por temas que no tienen cavida en este momento.

Sí, no tiene cabida porque al fin y al cabo, pensar, escribir y leer son ocupaciones sin fín. Mejor dicho no sirven para nada en este mundo utilitarista, a la hora de construir un edificio poco ha de servir la preocupacion por mi existencia, tan poco como habrá de servir la inexistencia de dios

Pero que circulo vicioso de mierda. Está bien, lo acepto, disfruto todo esto. El deliro, el encierro, que maravilla poder estar solo, morir sin nadie.

Pero no puedo afirmar nada sobre mi muerte. No sé cúando será, tampoco cómo será, ni dónde será --a menos que me suicide-- tan solo sé que será. Mientras vivo, me dedico simplemente a vivir la vida, a gozarla, aferrándome a ella como si la fuera a repetir una y otra vez durante la eternidad.

Oh valla parece que despierto un poco: el mareo se disipa, el gusto vuelve a mi boca. En qué diablos andaba pensando. Cuan equivocado es el delirio en el que me sumergí. Cuántos Colombianos no están en delirio igual que yo. Maldita jaqueca. Maldita enfermedad. Todo es culpa del entorno. De el "acondicionamiento"

Al tiempo que me siento profundamente bien conmigo mismo, ahora más yo, ahora más despierto; me distrae pensar en la cantidad de gente que aún continúa dormida. Que aún sale de casa, enciende el carro, va al trabajo, trabaja, vuelve a casa, saluda con una falsa sonrisa la jauría de conejos que ha parido, se sienta en el sillón y vé televisión. Y siguen pensando que eso es la vida, que tal cosa es lo maravilloso de la existencia

Probres imbeciles. no saben lo que es sufrir y por eso no hacen nada al respecto, no hacen nada ante la barbarie.

Por eso cuando sufren, lo hacen para que todo el mundo se dé cuenta, exageran el sufrimiento, brotan lágrimas de mentiras, se derrama su falso maquillaje, se les cae la cara de la verguenza. Por eso disfruto tanto verlos, porque logro reirme y desestrezarme un poco

Para saber que ni sufren. No lo saben. No saben que es la vida. No tienen un fin. El ser humano actual es pura metafísica.

lunes, 25 de octubre de 2010

ESTA NOVELA PASA MAÑANA



“En cambio, la vida urbana de Iberoamérica es el espejo fiel de una situación generalizada de injusticia económica y de deformación social”

Carlos Fuentes


A partir de la literatura creo fehacientemente en la transformación de la sociedad, partiendo primero que todo de la crítica, directa o indirecta, a la actualidad. Tal vez por eso la obra que pretendo criticar me atrapó sin siquiera conocerla, me enteré de que hacían referencia a los falsos positivos. ¿Y esto qué tiene que ver? En mi opinión, raya en lo increíble, que un escritor mexicano se sienta más comprometido con la realidad de mi patria, que la cantidad de periodistas y novelistas inútiles que ha parido esta tierra. Me atrae raramente aquello que critica, sobremanera aquello que critica lo que tengo más cerca.


A continuación se presenta un comentario crítico de la última obra de Carlos Fuentes, Adán en Edén. En la obra se yuxtaponen dos historias de dos personajes que comparten el mismo nombre, el mismo del primero hombre, Adán. Gorozpe se encarga de mostrar el arribismo característico de la clase media latinoamericana, quien a su vez es intimidado y perseguido por Góngora. Una obra encargada de mostrar las no tan aparentes incongruencias de la forma como funciona el poder y la política, conjugada con la historia personal de un protagonista. La lectura se encuentra atravesada por un eje fundamental de la cultura: la fe, componente humano que atraviesa una fuerte crisis en la actualidad.


Esta obra de Fuentes resulta desde muchos puntos de vista, bastante rica. Para comenzar, me parece pertinente resaltar la crítica literaria del autor, y la introducción de la misma en la obra criticada. En el capítulo inicial de Geografía de la novela Fuentes desarrolla una idea del siguiente tipo: la esencia de la novela consiste en decir aquello que aún no se ha dicho, territorio mucho más vasto que aquel en el que ya todo está dicho y consignado, “La novela ni muestra ni demuestra al mundo, sino que añade algo al mundo”.

Por otro lado, en el mismo capítulo habla acerca de la importancia del lector, en tanto es quien crea el libro. Una obra literaria no es nada sin alguien que la lea. Por eso “Hay lectura. El lector es el desenlace”. De ahí que el valor de la obra leída desemboca en el gran significado que adquiere para el lector, como acercamiento a la realidad mexicana, y la misma como mapa a escala de Iberoamérica.

Por otro lado, la vida del personaje principal de la obra se encuentra dividia en dos: la personal y la profesional, ambas narradas desde una maravillosa primera persona. Digo maravillosa, porque no hay nada como sentirse identificado con el personaje, o por lo menos sentir que el lector es una especie de personaje, no como en aquellas obras con narración omnisciente en las cuales nos convertimos, los lectores, en pequeños diosesitos que creen saberlo todo.

La vida personal pone al lector a reflexionar ampliamente sobre el arribismo, no solo en México. Casarse con alquien para hacerse rico, es tirar por la borda la verdadera felicidad. De ahí que Adán tenga una relación extramatrimonial. La cual sin embargo, tiene algo de injusticia, pues ella sabe absolutamente todo de él, mientras él apenas conoce de ella su nombre. Pero tal situación es fascinante, “¿Por eso nos llevamos tan bien? ¿Porque sólo vivimos en el presente, para le presente?”: “Amantes del momento. Amantes sin pasado”.

Por el lado de la vida profesional se hae mención a su nombre para hablar de su creación: las Gorozpevillas. Porciones de ciudad en las cuales se encarclea y se reconcentra la miseria para limpiar la ciudad. Esto parece un poco descabellado, aunque el toque verdaderamente terrible lo pone su contrincante: Adán Góngora. Este sí que es un despiadado, un inhumano, un cruel animal que con tal de mostrar cifras y de hacer la ciudad más segura, se encarga de represar miles de personas que nada tienen de peligrosas, y de asesinarlas como a ratas, “Estos seres a los que ahora apresa, encarcela y maltrata acusándolos de vagos, malhechores y lacras sociales, cuando todos saben que la mayoría son gente de clase media media o media baja que perdió empleos, ahorros, apartamentos y no tuvo más remedio que venirse a vivir a las ciudaes perdidas de los aledaños de la capital.”

Allí parece dibujarse la imagen del presidente colombiano que acaba de abandonar el poder luego de ocho años de seguridad y sangre. A él y a su ministro de defensa, hoy presidente de Colombia, se les atribuye el gran invento encargado de aumentar la cifra de guerrilleros muertos para demostrar la efectividad de su programa de seguridad. ¿Y dónde está la gota de petróleo que contamina estas aguas? Pues que desgraciadamente, muchos de los supuestos guerrilleros, son jóvenes humildes que nada tienen que ver en el conflicto, que tuvieron la desdicha de nacer en un país encargado para marginarlos, y si cuentan con mala suerte, asesinarlos con tal de hacer de ésta, una patria más segura.

Civiles que un día no regresan a la casa y que resultan muertos vestidos de guerrilleros, ¿”falsos positivos”? ¡Qué inhumanidad!, además de todo lo hacen sonar bonito. En la novela uno de los personajes atraviesa la difícil situación de tener un hijo inocente asesinado por el Estado para demostrar seguridad, y dejado en la impunidad. Fuentes aprovecha para meter la cucharada y recordar el lado oscuro del expresidente Uribe, y del presidente Santos:

Recuerdo que en Colombia se dio el caso de los llamados “falsos positivos”, o sea ejecuciones extrajudiciales de jóvenes presentados como guerrilleros con el propósito, mortalmente estadístico, de demostrar que la fuerza pública actuaba con eficacia contra la guerrilla. Cuando no se capturaban guerrilleros, se improvisaban cadáveres de jóvenes inocentes y se presentaban como “guerrilleros” –como eran jóvenes muy humildes, se los devolvían a sus familias. ¿Quién iba a protestar? ¿Quién iba a demandar? Mi jardinero tampoco.”

Por último me parece fundamental hablar del eje que atraviesa toda la obra: la fe. Y no sólo la obra literaria, sino la historia de México y de toda la cultura Iberoaméricana. Debido a que “Andamos sin rumbo. Hemos perdido la fe en todo”, se hace necesario un Niño Dios que le abra los ojos a la gente, y para darle el toque final, una Virgen de Guadalupe que confirme ese gran mito, esa gran mentira, la existencia de santos.

Primero, al tal Niño Dios es un niño común y corriente, que se encarga de hacer reflexionar a las personas mostrándoles lo inmanente, que este mundo va cada vez más en decadencia; cosa que cualquiera de nosotros podría hacer a la perfección si observara un poco la realidad. Y por último satiriza al máximo la fe, poniéndole como condición de funcionamiento y credibilidad el dinero que esta tanto detesta y rechaza. ¡Qué gran ironía, qué gran realidad!: “...la causa del Niño y la Virgen requiere no sólo fe, cuñado, sino dinero. Lana. Morlaca. Pesos y centavos para propagarse. Eso, por desgracia, no lo da Dios.”


El hecho de que la obra tenga unas escasas 178 páginas no aminora su gran calidad. A pesar de que algunos detalles dejan al lector “mirando para el techo”, es decir, sin explicación o interpretación alguna; la profunda y ácida crítica que se hace a la sociedad, a la política, a los insulsos valores familiares, a la seguridad, al papel de la literatura, a la religión, y a la estúpida fe, todo esto y aún más hace de Adán en Edén, una obra digna de estar en una biblioteca, y aún más: en las manos del lector que la crea y le dá valor.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

INTENTOS FALLIDOS

Nadie podrá llevar por encima de su corazón a nadie,

ni hacerle mal en su persona,aunque piense y diga diferente

Algunas veces en mi vida debido a mi formación y a las capacidades con las que cuento he tenido algún tipo extraño de pensamientos, a algunos les parecerán desagradecidos, otros dirán que siempre han sentido lo mismo...otros desocupados simplemente tendrán una lectura más, una página más, muchas letras más.

Nunca he pretendido ser una personas perfecta, que quede bien claro, nunca. Pero obviamente hay que aclarar desde cuando viene ese nunca, pues desde que tengo conciencia como persona. Mi conciencia, como muchos creen, no empieza desde aquellos momentos que puedo recordar con mi inútil memoria, sino desde que puedo juzgarme, estudiarme, explicarme, atacarme, defenderme de mi mejor amigo, mi peor enemigo: yo.

Desde que ésto sucede no he querido estar por encima de los demás, porque a eso y a nada más es a lo que hace referencia esa palabra macabra de diez letras, ese mounstro que nos ataca y engendra muchos de los males que tiene, tuvo o ha tenido la sociedad; y sin lugar a dudas, tendrá. Es la perfección en nombre de la cual se justifican guerras, se asesinan civiles. Es aquella que acaba con lo mínimo que necesita el mundo: respeto.

Primero deberíamos empezar por respetarnos a nosotros mismos. Pero no, en nombre de una libertad traducida en absurdo libertinaje ofendemos nuestro cuerpo y nuestras propias ideas hasta el punto de perdernos en un laberinto sin salida. Sí, escuchaste bien a la voz interna que te traduce lo que aquí está escrito, Sin salida, porque solo tú eres quien puede descifrar ese camino infinito, y tú de marica has decidido cerrar todas las salidas, pues te has negado a tí mismo irrespetándote. Y no hablo en pro de aquellas religiones que ponen al cuerpo como templo sagrado de un ser ageno, para muchos, superior. No hablo de eso porque no se trata de dejarlo en manos de otro, mucho menos en manos de algo inexistente. Se trata sí, de hacernos responsables de nosotros mismos; pero en esa responsabilidad nos volvemos los seres más ajenos a nuestra propia identidad.

Luego, cómo no, deberíamos seguir con respetar a los demás. Sólo éso. Qué sencillo suena, qué difícil es llevarlo a la práctica. Podría ser que la dificultad de esta segunda base para la supervivencia individual y social radica en que nos queda grande la primera. Pero no te sientas aludido, si así lo has hecho, fijo estás ahí; tan solo he dicho Podría ser, tan solo una posibilidad. Si lográramos ese mínimo término, resovleríamos muchos de los problemas que nos marcan desde nuestro nacimiento. Obviamente no de todos, no soy tan optimista. Pero sólo piénsenlo: a menos que sea por enfermedad o demencia, en dónde radica la causa de un asesinato. Los invito a que reflexionen y les garantizo, que si no la totalidad, sí la gran mayoría devienen de la incapacidad humana para aceptar la diferencia, de la intolerancia por los que no van conmigo, por esa estúpida premisa que en un desparche alguien maldijo: Si no estás conmigo, estás en contra mío.

Pero qué estúpido soy, los he desorientado, los he puesto a pensar en algo que realmente vale la pena. Mis pensamientos no cuestan un centavo, no valen un dólar. Me gustaría más que aquí mismo cerraras tus ojos y reflexionaras lo que acabo de decir, te acabo de dar la clave para que vivas bien; pero tú, afanado lector, con ansias de devorar por la simple manía consumista, quieres saber por qué putas empecé este relato, por qué, por qué empecé hablando de un pensamiento vago y terminé desentrañando la porquería de sociedad en la que vivimos, en la que nadie respeta a nadie.

Así que las ansias de perfección engendran el irrespeto en tanto que no podemos pretender que alguien perfecto respete a quienes no son perfectos, sería inconcebible. Casualmente éste nunca ha sido mi ideal. Pero el hecho de que para mí no lo sea no significa que para mis progenitores ha de ser así. No quiero ofenderlos, no quiero herir sus sentimientos porque sé lo mucho que les ha costado engendrar esta cosa andante que se vanagloria de ser un ser humano, o más bien, de concebirse así. Sé muy bien cuántos problemas les he traído, sé muy bien la clase de persona que soy y las consecuencias directas que esto trae, no sólo para mí sino para los que me rodean, estando allí de muy cerca, mis padres. Así que no crean que los odio, jamás en mi vida han pasado sentimientos y palabras tan carentes de sentido por mi mente, jamás concebiría la sola idea de no amarlos y estar agradecido con todo lo que me han brindado, por sacrificarse por mí, por privarse de miles de cosas en nombre de un sueño maravilloso, la prolongación de la existencia.

Pero el hecho de que los ame no significa que mi eterna hoguera de pensamientos se marchite, no quiere decir éso que no pueda yo expresar lo que siento. Acaso podrían ustedes mostrarme un método más genial que el desahogo escribiendo. No sólo porque tengo y gozo con libertad de expresión, sino porque mucho más genial es hacer uso de tal. Decía pues, o más bien les prometía desde el principio contarles los extraños pensamientos que por mi mente han pasado.

¿Qué pasaría si hubiera sido una mierda más de las que suele parir esta puta sociedad? No quiero justificar mis posibles errores a la luz de mis virtudes, tan sólo pretendo expresar que una simple cerveza servida en la copa de dionisos, impulsada hacia mis labios por la tentación del tanatos no tienen nada de negativo. Y óigase bien, todos pensaban que iba a decir...no tiene nada de malo...prefiero no utilizar esta palabra dado la connotación moral que tiene, dado que la iglesia proclamándose como órgano supremo que controla la sociedad se apoderó de este par de palabras (bien y mal) para enríquecerse, perdón, para llenar de gene rica las salas de su cielo, y dejar en pena, quemándose en las lenguas del infierno, en el reino del mal, a miles de personas.

Mis padres siempre han puesto en mí un ideal de perfección, me guardan siempre una imagen alumbrada por un halo de milagrosidad. Como consecuencia, no aceptan en mis manos algún símbolo de degeneración. Qué ingenuos, no saben aún que mi voluntad no me permite caer en las trampas de la sociedad, no saben aún que lo hago porque lo quiero y no porque lo necesito. De modo que un simple “error” en mi vida, es del todo inaceptable. Siendo así las cosas, y siendo contados los errores que me revisten, me pregunto qué habría pasado si hubieran parido un hijo que comiera errores, se vistiera y revistiera de ellos, jugara con ellos y los hiciera parte de su ser. Me pregunto qué habría sido de ellos si su Dios no les hubiera regalado un hijo como yo, sino un inútil social, uno de esos que se convierten en el común denominador de la actualidad, uno de esos que está parado en el escudo de una bandera clavada en las tierras de la postmodernidad. Uno de esos que de nada sirven, que más que aportes, su vida misma es un inaporte. Son una infinidad de ceros a la izquierda, o a la derecha, pero luego de la coma donde ya no importan.

Con esa incertidumbre me acuesto hoy, pero no piensen que éste es el pésimo final. Sería de mal gusto terminar un escrito de tal manera. Termino diciendo que primero, tomarme una cerveza no es un irrespeto, y segundo, respeto a mis padres si de sus pensamientos y escalas de valores estamos hablando. No los juzgo por quererme educar dentro de un buen camino, no los juzgo por querer siempre para mí la mejor vida. No los juzgo por su miedo a ver repetido en mí pasados horribles guiados por un fantasma que tan solo pretende acabar con familias enteras. No los quiero juzgar, no los puedo juzgar. Lo que me nace es darles infinitamente las gracias por todos estos intentos, tanto como si yo los hago o no intentos fallidos.


David Antonio Rincón Santa. 11A Colegio Calasanz.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

LA LIBERTAD COMO FUNDAMENTO DE LA EXISTENCIA


Para comenzar este pequeño artículo me gustaría dar un par de opiniones que en parte justifican el porqué del mismo. Conocí la palabra filosofía hace casi cuatro años y nunca le había dado tal importancia, hasta que descubría que encubría todo: PENSAR. ¿Qué sería de este mundo sin el pensamiento? Y me resultó aún más interesante cuando en clase empezamos a pensar sobre el hombre, sobre sus comportamientos, en otras palabras: ÉTICA. Así, me di cuenta que un artículo o una clase de filosfía se hace inmensamente rica cuando puede aplicarse a la vida práctica y cuanto más sencillo se expliquen las ideas.

Uno de los temas que más me llama la atención, es el existencialismo y su base, el vitalismo. He de comenzar dando unas pinceladas sobre el primero. Vitalismo es la corriente propuesta por Nietzsche según la cual la vida consiste en un permanente SÍ a la misma. Hay que aferrarnos a la vida, y vivirla. De allí se deriva que lo importante es la existencia del hombre, el corto paso del hombre por acá, el cual debe ser aprovechado. Es allí de donde surge el existencilismo, como corriente que pretende darle un sentido a la existencia del hombre.

Esta corriente tiene dos vertientes: teológico y ateo, en este artículo pretendo hablar sobre el segundo y su máximo exponente: Jean Paul Sartre. La justificación del existencialismo ateo se puede explicar muy brevemente partiendo de otro aporte de Nietzsche: DIOS HA MUERTO. ¿Cómo puede ser posible? ¿Alguien proclamó la muerte de Dios hace más de un siglo y nadie se había enterado? Ahora, ¿cómo vamos a vivir? ¿Quién va a guiar nuestra vida y nuestra existencia? La muerte de Dios quiere decir que no hay un ser supresensible, sobrenatural, que guíe nuestras acciones, que dirija nuestra vida; nadie puede determinar nuestros actos más que nosotros mismo. De allí surge que debemos encontrar el sentido de nuestra existencia y nuestra vida en los actos que llevamos a cabo día a día, no para llegar a una vida plena después de la muerte.

Parto pues de lo anterior para explicar un par de ideas sobre el filósofo de la libertad. Sartre identifica un ser-en-sí y un ser-para-sí. El primero es lo que es y nunca cambia (piénsese en un objeto, una montaña, una roca...) mientras el segundo es el hombre arrojado hacia sus proyectos, frente a un horizonte lleno de posibilidades, se elige y se define constantemente. Pero el hombre también cuenta con un ser-en-sí como lo veremos de la siguiente manera.

Sartre habla de los tres tiempos en el hombre. El pasado del hombre es inmodificable, es lo que el hombre ha construido desde sus elecciones, es el ser-en-sí del hombre.. El futuro del hombre son los proyectos, lo que el hombre todavía no es, pero a lo que constantemente quiere llegar a ser. ¿Y el presente? En el presente el hombre no es lo que es y es lo que no es, suena complejo pero en realidad no lo es. Partamos de que el hombre es pura intencionalidad: constantemente se está proyectando. Entonces el hombre vive en un futuro, en lo que todavía no es; y no mira para atrás, es decir, no vive en lo que ha consturido de sí mismo, sino en lo que va a construir. Entonces el hombre no es lo que es (pasado, ser-en-sí), y es lo que no es (futuro, intencionalidad).

Otro planteamiento de Sartre se puede definir en ANGUSTIA. No entendamos lo anterior como una desesperación, sino como la responsablidad de construirnos y elegirnos a nosotros mismos mediante las acciones que cometemos en el diario vivr. Pero entonces, ¿de dónde la angustia? Vemaos, ¿a alguno de ustedes les preguntaron si querían vivir, si querían nacer? La obvia respuesta es NO. Estamos arrojados a este mundo sin consentimiento de nadie; lo cual no significa que debamos desesperarnos al punto de no vivir. Todo lo contrario, por esto mismo es que tenemos que vivir.

De lo anterior se deriva uno de los planteamientos más interesantes de Sartre: La existencia precede a la esencia. Y allí mismo podemos encapsular dos de los términos con los que pretendo finalizar: LIBERTAD y RESPONSABILIDAD. El hombre es arrojado al mundo como una cosa que existe, empieza por existir, comienza siendo un ser-en-sí. Pero ¿qué es lo que distingue a un hombre de una roca? La respuesta es sencilla, su ESENCIA, aquella cosa que lo hace ser lo que es y no otra cosa. A partir del horizonte de posibilidades que el hombre tiene ante sí, comienza a tomar elecciones y a definirse, a diferenciarse de una simple roca. El hombre es pues responsable de sí mismo, a partir de las elecciones que toma se contituye como ser humano. Y por si esto fuera poco: ¡el hombre es totalmente libre! Cada quien es libre de tomar las elecciones y las decisiones que desee, nadie tiene el control ni el poder para tomar desiciones por los demás, cuando esto ocurre se coarta la libertad. Por eso es que el hombre está condenado a ser libre. Porque es el hombre, cada quien y nadie más, quien debe tomar sus propias decisiones, quien debe definirse y construirse, quien debe forjar su propio SER.

Listo, Sartre dijo cuántas cosas se le ocurrieron, y esto ¿para qué nos sirve? Con lo anterior, pretendo justificar mi ulterior invitación: sean libres. No hay nada más bello ni más satisfactorio que poder tomar las decisiones por uno mismo pues es así como cada cual se va constituyendo, va encontrando y forjando su SER, no solo se proyecta hacia el futuro sino que se elige en un presente. He allí el sentido de la vida, elegirse a uno mismo, no hay padres ni dioses que puedan hacerlo por nosotros, allí está el verdadero sentido de la existencia: el hombre se va construyendo constantemente a si mismo, y hace de sí lo que proyecta y lo que desea. Pero siempre recuerden el respeto: nuestra libertad va hasta donde empieza la libertad del otro, nuestra libertad no nos da derecho para suprimir, coartar o herir la de los demás.

sábado, 21 de agosto de 2010

TIENEN QUE VERLO PARA CREERLO, QUE CON UNO SOLO BASTA

Algunas veces en mi vida he escuchado hablar sobre la asunción de la virgen, cierto o no, es cosa que no pretendo discutir ahora; pero es menester manifestar que la primera impresión que tuve aún en el bus fue que estaba ascendiendo al cielo.
Lo segundo que sentí durante este ascenso fue que las calles se iban reduciendo a medida que avanzábamos. Pero ésto tiene un fondo más profundo, el hecho no radica en que quizá el gobierno se ha preocupado exclusivamente por desarrollar lo visible de la ciudad (aunque en determinados casos, allí tampoco lo hace); si no en imaginarme cuántas busetas atracarían allí, cuántos cuerpos habrán echado a rodar cuesta abajo, qué tan bien habrían servido como campo de batalla. Todo lo anterior lo traía previamente configurado gracias a la expresión de mis padres y a su asombro cuando les solicité el permiso.
Aunque mi descripción pueda o intente dar una fiel imagen del barrio, he de aclarar que mi estadía se redujo a un par de horas, que a mi modo de ver son insuficientes para hablar de esta estructura social tan compleja. Retomo el relato con la mala fama que se había inmiscuido por todas mis venas. Pero no me culpo, al parecer en el inconsciente colombiano está inscrita una repugnancia burguesa hacia las personas que consideramos menos dignas por el mero hecho de vivir en el cielo y con los recursos muchas veces no suficientes.
Durante mi ascenso fui viendo cómo la en el firmamento se dibujaba el vestigio de una ciudad misteriosa (desde allí no parecía la misma que conozco), las fachadas de las casas se iban reduciendo poco a poco, la gente nos miraba como unos invasores, aunque es innegable que tenían la misma curiosidad que nosotros. El escenario se me hacía un poco familiar, puesto que he conocido en mi vida algunos pueblos, y en términos estructurales la diferencia no era mucha: un par de tiendas repartidas cada tres o cuatro cuadras; puestos de sobrevivencia independiente o dicho de otro modo, negocios para el rebusque; construcciones de ladrillo a la vista para demostrar lo rugosa que resulta la vida, ventanas tan estrechas como el ancho de sus posibilidades y con una vista tan inmensa como el tamaño de sus sueños.
El bus se detuvo ante el establecimiento que más tarde nombraré. Me uní a un pequeño grupo y emprendimos tan anhelada aventura, yo iba un poco callado y observando todo mi entorno para darme cuenta que el modelo centro periferia latinoamericano no sólo era un cuento económico, también lo podía aplicar a la infraestructura: una calle central bien pavimentada para que no juzguen al gobierno, de allí se desprendían decenas de bifurcaciones descuidadas y sin pavimentar. Iba caminando sin intentar pisar las basuras que a mi paso me saludaban y una de mis compañeras me hizo caer en cuenta de algo: nosotros tanto que nos quejamos porque vivimos con más de lo necesario, y mira en las condiciones que viven ellos.
Decidí empezar a completar mi observación con algunas entrevistas. En mi camino divisé una señora de la tercera edad, esas que seguramente fundaron el barrio y ahora nadie las recuerda. Uno de los detalles que extraje de la conversación fue la siguiente: ella me puso sobre la tierra confesándome que durante toda su estadía allí jamás la habían atracado, con lo que comprendí que la mala fama pretendía ser el fantasma inexistente que busca alejar a las gentes de la supuesta casa embrujada, en este caso, del barrio embrujado.
Continué mi visita y encontré uno de los saldos de la violencia colombiana: una mujer perteneciente a alguna comunidad indígena víctima de cualquiera de los miles de desplazamientos forzosos que en este territorio han tenido lugar. Iba de afán, pero con lo poco que la interrogué me bastó para darme cuenta de la resiliencia de las mujeres de este tipo: cada quince días viaja a cali para vender sus artesanías.
De casualidad, un establecimiento bastante característico se nos atravesó en el camino: una casa con el apoyo de bienestar familiar. Allí nos atendió una joven, que a juzgar por su halo de alegría, disfrutaba más de aquella labor en comparación a lo que disfrutaría si viviera como una persona rica. Ella nos presentó varias realidades muy claras como para ir construyendo el escenario. En cuanto a política, las cosas fueron muy claras: los políticos hacen de todo por ganar votos, apenas se suben al púlpito que les da el poder para satisfacer sus intereses, se olvidan de la comunidad a la que tienen que servir. En consecuencia, la fundación no contaba con suficientes apoyos médicos, cosa que es indispensable para el bienestar de los niños allí presentes.
Hablando un poco más de ellos, cuenta ella que el porqué de su estadía se reduce a la incapacidad de sus padres para sostenerlos económicamente. Y en varios casos éstos han sido víctimas del maltrato intrafamiliar, otro de los grandes fantasmas que ronda la sociedad colombiana pero que nadie nota pues es tan silencioso que no pone carros bombas, no secuestra políticos ni los asesina, tan sólo acaba familias; a fin de cuentas, a nadie le importa.
Subí unas cuadras más, y llegando a una esquina escuche un leve estallido: nada grave, sólo un grupo de niños con pistolas de fulminantes, sicarios psicológicos con el poder para estallar una pequeña pieza de pólvora, la misma pólvora que se encarga de asesinar millones de personas –y no sólo en estos barrios–. Tenían además piercings, ante esto sólo puedo preguntar: ¿qué puede esperarse de unos seres que apenas comienzan su vida, cuyos padres o la sociedad los deja a la deriva de un mundo cada vez más tirano? Este mismo grupo se postró en las máquinas adictivas, verdaderas devoradoras de mentes en porciones de cien o doscientos pesos. Alrededor del mismo establecimiento rondaba un señor que me inspiraba más desconfianza que la que me inspira el jefe de una iglesia que predica pobreza y no se inmuta ante la posibilidad de menguar gran parte de ésta con su innombrable riqueza.
La última persona que entrevistamos se mostró muy entusiasmado, tal vez por nuestra presencia o quizás por el papel envuelto y encendido que se estaba quitando de los labios para aplastarlo contra la pared y dejarlo al vacío; no sobra nombrar que no era un cigarrillo. Nos habló un poco de su intento por dejar las drogas, y valla curiosidad cuando supe que su ingreso a este mundo no había estado determinado por los grupos sociales que lo rodeaban (esta parece ser la única excusa de los psicólogos). Se metió a este laberinto por una cuestión familiar: la muerte de su padre, quien también fumaba, ¿acaso la continuación de la existencia?, ¿la repetición de los mismos errores generación tras generación?
En cuanto a ciudadanía he dejado para la penúltima parte la mezcla entre sociedad, política, y violencia. Han de caber aquí varios aspectos importantes para comprender la maraña de calles en la que estaba metido.
Varias de las personas que entrevistamos coincidieron en que las pandillas se habían casi que desaparecido, que hablar de violencia era como hablar de las huellas que se dejan atrás en la arena. Cuentan que la policía baja una vez durante el día, y dos o tres durante la noche para confirmar que todo sigue bien, que la premisa del expresidente es siempre cierta: la seguridad es el garante de la felicidad, y que solo eso importa. También me enteré de algo: muchas de las personas que aquí habitan hacen parte de la reubicación que se le hizo a las gentes que vivían en la antigua zona de la galería, más que millones de pesos, éste es el verdadero costo del desarrollo ciudadano.
Pero no hay que dejar de reconocer las pocas cosas positivas que ha hecho el gobierno por estas comunidades, para desmarginalizarlas y permitirles un mayor contacto con la ciudad a la que pertenecen, que a a veces pareciera otro país. Me topé con un par de elementos claves para comprender esta intervención: nuevas calles más amplias (en comparación a las otras por las que caminé) y el Colegio Tokio, que sin conocer sus instalaciones, puede comprender desde el exterior lo representativo que es para el barrio. Lo que no pude constatar fue la presencia o la ausencia de sistemas democráticos, como juntas de acción comunal, dentro de la misma comunidad, pero concluyo que no habían en tanto que nadie los mencionaba
Para terminar esta descripción he de referirme a un aspecto muy controversial, no sólo en este pequeño espejo de la sociedad, sino en la totalidad de la misma: la religión y la Iglesia, en especial la católica; cuya premisa principal es la opción por los pobres y los marginados.
Las opiniones de la gente cuando se les mencionaba la palabra iglesia eran muy diversas, pero intentaré resumirlas un poco a continuación. En general, todas tienen un punto en común: hay libertad absoluta de credo. Nadie obliga a nadie de que vaya a misa, pero por otro lado, nadie motiva a los otros para que lo hagan. Lo que permite evidenciar una comunidad poco interesada en la expansión de su fe. Había varias iglesias pentecostales, una de los testigos de jeová, y demás establecimientos de garaje que tienen siempre un objetivo (con o sin fines lucrativos): aprovechar la necesidad del ser humano de buscar un horizonte, un sentido a la vida.
En cuanto a la iglesia católica guiada por el padre Benedicto, la joven de bienestar familiar me hizo saber que éste ayudaba en la unión y la orientación de la comunidad. Y ayudaba a las familias de bajos recursos con bolsitas de mercado y de ropa. Por esta línea me guío para describir la última etapa de nuestra visita. Acudimos al Centro de Formación Santa María Goretti. Allí nos dimos cuenta de la verdadera vida religiosa: una comunidad de monjas luchando por la alegría y la riqueza de corazón de cientos de pequeños y ancianos. He allí la verdadera opción por los pobres y los marginados. También nos informaron de las campañas y los trabajos que realizan durante todo el año para llevar a muchos niños que en realidad lo necesitan, más que un regalo: la alegría de saberse vivo.
Confieso que por esos días mi rumbo se vió un poco desorientado, mi sentido existencial no encontraba resguardo en un Norte; pero convivir con personas de mayor edad, que deberían estar cansadas de la vida, reir, bailar, gozarse cada momento, me arrancó una sonrisa que recorría mis venas y se insinuaba en mi dentadura desde lo profundo de mi ser. Supe que no hay mayor alegría en la vida que el mero hecho de estar vivo.
Ya habiendo abordado el bus, recordé la frase que la bella experiencia en este centro me había apartado de la mente, palabras que aún no logro descifrar y comprender, ya por el contexto, ya por la extraña persona que la enunció y su estado, o simplemento por mi mente tan abierta, permeable y dispuesta a la observación. Esa misma persona que nos cruzamos en el gran casino de barrio, más adelante -cuando nos dirigíamos hacia el centro- nos dijo en un tono fuertemente nadaísta: Tienen que verlo para creerlo, que con uno solo basta.
David Antonio Rincón Santa

lunes, 21 de junio de 2010

"ME BURLO DE ELLOS PORQUE SON TODOS IGUALES" (1)

Apago la bombilla que ha hecho de mis miembros oculares algo despreciable; y por un tiempo pareciera que la de mi vida también se apaga porque me acuesto con el sinsabor de no saber si a la mañana siguiente mi órgano vital seguirá latiendo por sí solo o dejará en la noche el cansancio de andar por un mundo en el que no es apetecido. Antes de hacerlo, encuentro que en aquel extraño casillero de mi memoria ronda el recuerdo vivo (¿acaso su corazón no ha dejado de latir?) de la frase según la cual mi vida debería ser una sonrisa atada a un par de palos que le permitan moverse libremente: “Se burlan de mi porque soy diferente; me burlo de ellos porque son todos iguales”

Tú deberías despertar asombrado porque has logrado sobrevivir a la hoz de aquella compañera que te acecha cada segundo de tu vida, de hecho no podría alguien nombrarse vivo omitiendo que en ese mismo instante podría morir. Pero no, despiertas siempre igual, intentando borrar de tu oído la frecuencia que te hace dirigir la atención hacia tu progenitora, quien alaba y le da gracias al ser con el cual ya no te interesa debatir si existe o no, pues a la larga te estorba. Pero yo, sobresaltado, escucho un par de segundos aquel animal, que al menos esta noche, pudo luchar para que no aminorase su paso aquella compañera de bata negra y humeante, denominada muerte.

Intento recobrarme del letargo casi letal provocado por la noche, y al final logro salir de ese estado lamentable en que no sé diferenciar la realidad del sueño. Las huellas de lo que mi inconsciente me puso hace un par de horas, quizá minutos, quizá segundos; empiezan a confundirse entre sí y a medida que el reloj marca el paso se van volviendo cada vez más vagos. Intento fallido es reconstruir aquellos juegos mentales, pero afortunadamente (¿o tal vez desafortunadamente?) la frase que me acompañó a hundirme en la noche aún retumba mi sien como un martillo incansable.

Me daré cuenta más adelante que la realidad de este mundo concupiscente empieza a acomodar la frase…y alguna vez rayando en clase mi desordenado cuaderno de una materia que no es para todos, o que esos todos quieren y hacen que así sea; escribí que la verdad consiste en una relación estrecha entre la palabra y la realidad que esta enuncia. Tal vez sí, soy diferente, soy anormal, soy a este mundo un desacomodado, un estorbo, una cabeza que sobresale de la multitud y que por tal debe ser podada para evitar inconvenientes.

(y supongo que al igual que mi vida…esta historia continuará)
Autor: David Rincón Santa

jueves, 17 de junio de 2010

SCRIPTUM ET LECTUM, ERGO SUM

(ESCRIBO Y LEO, LUEGO EXISTO)

“Cogito, ergo sum” o trasladado a nuestro curioso idioma: “Pienso, luego existo”, una de las verdades pronunciadas, explicadas y casi demostradas por una de las genialidades que ha pisado la faz de este mundo en el que hoy vivimos, aunque sin duda con unas costumbres un tanto distintas. Y digo casi demostrada, porque la filosofía no es como la ciencia que pretende demostrar lo que a su paso se pone a partir de unas premisas y una seria de observaciones para llegar a una verdad universal que parezca indiscutible tanto ante los científicos, como ante los no científicos.

Me refiero a Descartes, quien en resumidas cuentas intentó construir su propio edificio del conocimiento, y empezó dudando de lo que a sus sentidos se presentaba. Por eso según él, la prueba de la existencia no radica en percibir sino en pensar; he allí una explicación simple y básica acerca de la verdad que pronunció en uno de los pisos de aquella construcción que emprendió tal hombre hace un par de siglos.

Dicho lo anterior, declaro que la intención del título de nuestro blog, “Escribo y leo, luego existo”, no es rebatir a Descartes ni entrar a proponer una nueva teoría epistemológica. El sentido de esta frase radica en apostar a dos de las acciones básicas en nuestra vida que han sido tan olvidadas en estos tiempos donde una web con “cara de libro” parece cobrar más importancia que un buen libro para leer o un simple cuaderno para escribir.

¿Escribir?, será de suponer que no me refiero a rayar un papel con unos trazos vacuos que representen las palabras de un idioma maltratado, malgastado y mal usado. He aquí la escritura como forma de expresión; como el mecanismo que nos permite hablar de una realidad nauseabunda; criticar un par de siliconas destinadas a sostener un marido hedonista o, el par de lados en los que se abre una biblia que habla de amor y del cual el hombre produce guerras. La escritura como forma de demostrar que existimos en este mundo, que aún nuestra voz no se ha callado, que aún nos damos cuenta de lo que pasa a nuestro alrededor. Y aún luego de que nuestra efímera existencia termine, quedará prueba de ésta por las palabras que plasmamos en un papel, o en una nada que no podemos rasgar pero que podemos darla la orden “Delete”.

¿Leer?, ¿te enloqueciste?, ¿acaso no es más interesante llenar un muro blanco y azul con un millón de comentarios entre los cuales le dices a tu peor enemigo que lo amas ? Nos podemos dar cuenta de alguien porque escribe, ¿pero podemos acaso notar la existencia de alguien porque lee? Ese no es el hecho, pero podría decirse que la razón de la escritura radica en la lectura. Al autor pronunciar la frase “he escrito…” parece que alberga la esperanza de continuarla diciendo “…y alguien lo ha leído”, aunque resulte la jocosa circunstancia de que ese alguien sea él mismo. Le apostamos pues a la lectura como la forma en que podemos conocer las mentiras itinerantes de este mundo o las verdades permanentes de un mundo mágico inventado por nosotros para escaparnos al horror de esta fatídica realidad.

Autor: David Rincón Santa